La alimentación constituye uno de los problemas más importantes que enfrentan los adultos responsables de los niños en edad escolar.
Habitualmente los alimentos elegidos por los niños no se corresponden con los más adecuados para el desarrollo infantil y sí con los más deficitarios en nutrientes y perjudiciales para la salud.
Esta situación se plantea porque existe una gran pérdida de hábitos saludables en la población adulta y en los escolares. Aquí hay que destacar que los niños aprenden costumbres de su familia, es decir, si los adultos no comen verduras, los niños tampoco las comerán.
Falta de nutrientes
Elegir alimentos poco nutritivos conduce a malnutrición y al desarrollo de estados carenciales, sobre todo de micronutrientes. Esto es el resultado de no comer alimentos como verduras, frutas frescas y pescados.
Las deficiencias en vitamina D, ácido fólico y zinc son las más comunes entre los escolares de las sociedades industrializadas.
El otro extremo es el aporte excesivo de energía que puede desencadenar la obesidad infantil, uno de los grandes problemas de la actualidad.
Cambio de paradigma
Hoy, los objetivos de la alimentación infantil se han ampliado. No solo se pretende conseguir un crecimiento óptimo, evitar la malnutrición y la aparición de enfermedades carenciales. Se pretende alcanzar la optimización del proceso de maduración, instaurar hábitos saludables y prevenir la aparición de enfermedades de base nutricional como obesidad, hipertensión o diabetes tipo 2 que afectan, inevitablemente, la calidad y expectativa de vida. Este objetivo debe cumplirse por parte de los padres, educadores y demás responsables de los escolares.
La ciencia ha demostrado que la mejor edad para asimilar buenos hábitos alimentarios y de salud es en la infancia temprana, en concreto entre los 3 y los 6 años. Hay que tener en cuenta que en cada etapa de la vida, las necesidades nutricionales de la población infantil están condicionadas por el crecimiento del cuerpo y el desarrollo de los huesos, dientes, músculos, etc., así como por el ejercicio físico que realicen.
Consejos
La selección de alimentos debe realizarse para conseguir lo mejor para la salud y bienestar del niño y no con el objetivo de satisfacer sus caprichos.
El desayuno es una comida indispensable. Debe ser lo más equilibrado en cuanto a su composición y cantidad. En la selección de alimentos no deben faltar lácteos, frutas y cereales. Aportan un 25% de la energía del día y debe ser suficiente.
Es importante no saltarse la media mañana. Incluir cereales y frutas.
El almuerzo debe contener la porción proteica, vegetales crudos y cocidos, cereales o legumbres.
La merienda debe aprovecharse para incluir frutas y lácteos.
La cena es una comida de esquema similar al almuerzo pero con cantidades reducidas, sin olvidar el aporte proteico.
La alimentación debe ser variada.
Tratar de no utilizar bebidas azucaradas, dulces y pastelería.
En cuanto a la fibra, se debe procurar cumplir el aporte de verduras, cereales y panes integrales.
Evitar alimentos ultraprocesados en forma habitual.
Promover la educación nutricional en todos los ámbitos escolares.
Fuente: licenciada Silvina Rodríguez Blanco (Matrícula 1163). Servicio de Nutrición y Alimentación de OSEP.
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