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Atacar los agentes infecciosos y la desnutrición podría prevenir 8 de cada 10 muertes infantiles


Un estudio internacional publicado en JAMA alertó las maneras de evitar el 82% de muertes en menores de 5 años. Cómo es la situación en Argentina, según la mirada de los expertos.


A principios de 2023 se conoció un dato alentador sobre la mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), la cual llegó a los valores más bajos desde que se comenzó a registrar en 1860.


La tasa se ubicó en 4,4 fallecidos por cada 1000 nacidos vivos en 2021. En este período, se registraron 113 defunciones, 10 menos que las relevadas en 2020, cuando fueron 123, de acuerdo a la Dirección General de Estadísticas y Censos de la capital.


Lo mismo sucedió a nivel nacional, cuando el Ministerio de Salud anunció en febrero último que Argentina registró el valor más bajo en mortalidad infantil de su historia. Los datos corresponden al año 2021, cuando la tasa –es decir, la cantidad de muertes de niñas y niños menores de 1 año nacidos vivos– descendió a 8 por mil, una reducción de más de un punto comparada con la de 2019 que se ubicó en 9,2 por mil.


Pero los pediatras piden más medidas preventivas mientras se conocen nuevos estudios que marcan dónde prestar más atención a las muertes prevenibles.


Esta semana, un estudio internacional publicado en JAMA alertó las maneras de evitar el 82% de muertes en menores de 5 años en países de bajos recursos, al identificar a un agente infeccioso y a la desnutrición como las causas más comunes de las fatalidades pediátricas. El estudio, que utilizó la técnica de autopsia mínimamente invasiva desarrollada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), encontró un agente infeccioso en el 87% de los casos e identificó la desnutrición como la causa subyacente más común de muerte.


“Es un excelente estudio, muy interesante y sobre todo novedoso. Normalmente en muchos de los fallecimientos de los chicos podemos llegar a ser nada más que la autopsia verbal, es decir, algún tipo de antecedentes referido por los padres, circunstancias y demás, pero esto va mucho más, es mucho más representativo de lo que realmente puede haber ocurrido como causa de muerte y a su vez con varios factores predisponentes”, analizó el doctor Omar Tabacco, ex presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).


“No nos sorprende, que este informe demuestre que en los países de bajos recursos como los africanos, la muerte de los chicos menores de 5 años esté muy vinculada a su estado nutricional. Sabemos que la desnutrición aguda genera una predisposición a infecciones graves mucho más frecuente, estar mal alimentado, la carencia de nutrientes, de calorías, de proteínas, implica que el sistema inmunológico trabaja muy pobremente y que bacterias, parásitos son capaces en esas circunstancias de generar infecciones graves”, enfatizó el experimentado pediatra.


Y agregó: “Sin dudas, la desnutrición aguda tiene estas características, pero también existen otras desnutriciones que se llaman crónicas. La desnutrición aguda se representa por un muy bajo peso y por noxas (factores o elementos, tanto del medio exterior como del propio organismo, cuya presencia altera la Homeostasis y puede causar alteración o una enfermedad), que actúan rápidamente en el cuerpo. La desnutrición crónica es estar mal alimentado durante mucho tiempo y se expresa más claramente en la talla corta, con chicos que han pasado momentos sin alimentación, pero que a su vez después cuando se los ha realimentado ha sido con alimentos muchas veces de baja calidad, por ejemplo en hidratos de carbono y pocas proteínas de origen animal, lo cual genera un mal crecimiento sobre todo en la talla, por eso son chicos acortados. Esos son los dos ejemplos de la desnutrición, la desnutrición aguda, muy bajo peso y la desnutrición crónica acortada”.


El doctor Ramiro Heredia, médico clínico del departamento de Medicina Interna del Hospital de Clínicas José de San Martín indicó que el 99 % de los niños menores de 5 años que mueren en el mundo, se dan en países de bajos y medianos ingresos.


“La falta de agua potable y de saneamiento ambiental, son dos de los principales responsables de que muchas comunidades del mundo se vean afectadas por enfermedades diarreicas, fundamentalmente países en desarrollo, en los que vive más de la mitad de la población mundial. La enfermedad crónica, las diarreas, y la pobreza están directamente relacionadas, casualmente, con la desnutrición infantil, una enfermedad que contribuye y alimenta a otras enfermedades, y a la muerte en este grupo”, sostuvo Heredia.


“Todos los años mueren en el mundo alrededor de 500.000 niños menores de 5 años, a causa de enfermedades diarreicas, provocadas principalmente por el agua y los alimentos contaminados. Estas son una de las principales causas de muerte y desnutrición infantil. En otras ocasiones, el vector que transmite una enfermedad se reproduce en el agua, o pica en su proximidad: este es el caso del paludismo (por el parásito plasmodium), la fiebre amarilla, y el dengue, entre otras”, analizó Heredia.


Y completó: “En esta investigación publicada recientemente en JAMA, los científicos analizan las causas de muerte infantil en la población más afectada, la de menores de 5 años, en 7 de los países más pobres y excluidos del mundo.


En efecto, analizaron las causas de muertes en y países de África subsahariana y Sudeste asiático (Mozambique, Sierra Leona, Kenia, Malí, Etiopía, Sudáfrica y Bangladesh). En el análisis distinguieron entre las causas subyacentes (es decir, aquellas que inician la cadena de eventos que conducen a la muerte) y la causa inmediata de la muerte. Esta distinción es importante, porque la muerte puede resultar de la interacción entre diferentes condiciones”.


Para Heredia “la técnica aplicada, es novedosa: en lugar de usar una autopsia verbal (que depende del relato de los testigos, cuidadores y profesionales de la salud) para consignar las causas de muerte, y sin llegar a una autopsia completa (que en general , es costosa en recursos humanos y de tiempo, y que puede generar rechazo en los familiares directos), utilizan, en 632 niños fallecidos, la autopsia mínimamente invasiva, en las que se toman nuevas de sangre, líquido cefalorraquídeo, de secreciones respiratorias, y punciones de tejidos (cerebro, hígado y pulmones), para realizar pruebas diagnósticas, que incluyen casi 130 patógenos y distintos análisis sobre estas muestras”.


Mediante estas pruebas, completadas con la conocida autopsia verbal, llegaron a interesantes conclusiones:


- Casi 1/3 de los niños, no llegó a tener una atención hospitalaria al momento de su muerte (esto marca la inequidad en el acceso a la salud, algo prevenible mediante políticas sanitarias eficientes y más justas).


-El 46 % de los fallecimientos en el hospital, lo hizo dentro de las 24 horas de la hospitalización (esto sugiere que los gérmenes causantes, si la causa fue infecciosa, fueron adquiridos en la comunidad).


- Solo el 25 % de los niños, tuvo una sola enfermedad en relación a su muerte.


- La desnutrición fue la enfermedad de base más prevalente en esta población, seguida el HIV y la malaria (todas condiciones prevenibles, y tratables). Es más, un porcentaje sustancial de los niños, eran hijos de madres HIV positivas (sabemos hoy que con el tratamiento adecuado, riesgo de transmisión vertical, de madre a hijo, es mínimo).


-También se identificaron las malformaciones congénitas, las infecciones respiratorias y las enfermedades diarreicas en estos niños.


-Una infección estuvo presente en la cadena de eventos que llevó a la muerte en más el 80 % de los niños: esto quiere decir que casi 8 de cada 10 casos podrían haberse prevenido.


-Al analizar las causas infecciosas de muerte, el 28 % tuvo infección por Klebsiella Pneumoniae, un germen típico de las infecciones intrahospoitalarias, y probablemente, con resistencia a múltiples familias de antibióticos.


“Hoy los médicos luchamos contra la resistencia antomicrobiana, fruto muchas veces del sobreuso (y mal uso), de los antibióticos disponibles. Las infecciones intrahospitalarias, en general por gérmenes multiresistentes, son una importante causa de morbimortalidad a nivel global.


Se estima que mueren en el mundo alrededor de 700 mil personas por año a causa de la resistencia antomicrobiana. Se estima que, si no hay una intervención, el número de muertes mundiales por esto va a ascender a 10 millones hacia el año 2050, superando así a las muertes por cáncer, hoy la segunda causa de muerte a nivel mundial, por detrás de la enfermedad cardiovascular”, añadió Heredia.


Para Tabacco, la existencia de la desnutrición crónica, que es la más prevalente, junto al sobrepeso y la obesidad, tiene hoy cifras que realmente son muy preocupantes, ya que han aumentado en los últimos años.


“Todo esto genera un espectro de trastornos nutricionales que los países en transición, sabemos que ponen los chicos en más riesgo de procesos de enfermedades agudas en la infancia, que pueden llevar a la muerte y también de ser la base de los trastornos, de las enfermedades crónicas no transmisibles del adulto, tanto el desnutrido crónico y el acortado. Y llevarlos al sobrepeso y obesidad, ya que tienen más predisposición en etapas posteriores de la vida a tener otras complicaciones como es el colesterol elevado, la diabetes tipo 2, la hipertensión y demás”, enfatizó el experto.


Y concluyó: “O sea, el concepto básico es que todo el estado de mal nutrición en la infancia, sobre todo en los primeros 1000 días de vida, embarazo y los dos primeros años hasta los cinco años de vida, generan una mala salud del individuo con mayor predisposición a fallecimiento en los menores de cinco años, como este ejemplo muy claro, muy palmario de lo que ha ocurrido con este estudio en África”.


Heredia coincide en que otra causa que se repite y está a la cabeza entre las enfermedades de base de los niños fallecidos es la desnutrición infantil. “Esta es una enfermedad que aparece como resultado del consumo insuficiente de alimentos en cantidad y calidad suficiente, de la aparición repetitiva de enfermedades infecciosas, y de factores sociales que afectan el estado nutricional de la niñez”.


Desnutrición: el principal desencadenante


Las causas básicas de muerte más frecuentes fueron: desnutrición (16,5 %), VIH (11,9 %), paludismo (11,2 %), defectos congénitos (10,1 %), infecciones respiratorias (8,4 %) y diarrea (7,2 %). En el 87% de los casos se encontró un agente infeccioso (el más frecuente fue Klebsiella pneumoniae, bacteria asociada principalmente a infecciones hospitalarias, seguida del parásito de la malaria P. falciparum y Streptococcus pneumoniae, bacteria causante de neumonía).


“Solo el 25% de las muertes se debieron a una sola causa, todas las demás se debieron a una compleja interacción de factores”, señaló el informe. De ahí la importancia de considerar toda la cadena de eventos que conducen a la muerte, y no solo la causa inmediata, para diseñar estrategias de prevención más efectivas.


El estudio concluyó que el 82% de las muertes analizadas podrían haberse evitado, lo que abre muchas oportunidades para diseñar intervenciones focalizadas de alto impacto. Finalmente, señalan sus autores que las autopsias mínimamente invasivas también permiten analizar las muertes que ocurren en la comunidad (en el hogar), brindando información valiosa sobre cómo prevenir las muertes que escapan al sistema de salud.

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