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El ayuno intermitente, una tendencia polémica

La alternancia entre el ayuno y la alimentación es la base de este tipo de dieta. Mitos y realidades detrás de ella


El boom de ayuno intermitente tiene muchos adeptos, pero también detractores. En sí no es una dieta, aunque es usado para bajar de peso ¿Pero en qué consiste? Se trata de un tipo de dieta que alterna entre los tiempos de ayuno y alimentación. A diferencia de otras filosofía, no prescribe qué comer; más bien, se centra en cuándo comer… y cuando no. Para la mayoría de los que adoptan este plan de alimentación, el objetivo es reducir la cantidad de calorías consumidas para perder peso.



Según especificó la licenciada en nutrición María Cecilia Ponce (MN 3362) “mantenernos libres de alimentación durante algunas horas induce a un reposo digestivo, y ayuda también a tener más percepción de cuándo uno come por hábito y cuándo por hambre real. Es una práctica que se puede empezar a tener con ciertos pacientes que buscan ir un poco más allá, no sólo restringir calorías por una cuestión estética ni de peso, si no que lo que se va a pretender con la extensión del ayuno es inducir ciertos procesos orgánicos que reparan y detoxifican las células”.


Diferentes tipos de ayuno

Según se especifica existen diferentes tipos de ayunos -secos, de 12, 14, 16 o 24 horas-, pero del que más se habla (porque lo hacen varias famosas), es el 16/8: 16 horas en ayuno y ocho horas de alimentación, que debe ser saludable y balanceada.



Según precisó la especialista “lo que ocurre es que a partir de las 14/16 horas se pone en manifiesto ciertos procesos de lo que se llama autofagia, que es como un ‘reciclado’ celular donde la célula se limpia y puede volver a funcionar más correctamente. Es un proceso que se da en nuestro cuerpo todo el tiempo, pero darle un reposo digestivo, o sea darle al organismo ese espacio para desintoxicarse y repararse, es necesario para que funcione correctamente”. Para Ponce, “lo ideal, o lo que se propone, es que se pueda cenar temprano y extender un poco el desayuno; con eso empieza ya el proceso de reposo digestivo, que sería de 12 horas, lo que pasa es que en la civilización actual el común de la gente se acuesta tarde y se levanta muy temprano y esa ventana de ayuno cada vez es más cortita”.

Jane E. Brody, periodista de The New York Times escribió en un artículo reciente acerca del tema, y citó en una de sus fuentes a Mark P. Mattson (neurocientífico del Instituto Nacional del Envejecimiento y de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkin) "Mattson quienes practican una dieta intermitente coman alimentos saludables, incluyendo granos enteros, grasas saludables y proteína, limiten su consumo de grasas saturadas y eviten el azúcar y los carbohidratos refinados. Además en los días de ayuno deben mantenerse bien hidratados”. También sugirió reducir gradualmente, a lo largo de cuatro meses, las horas y los días de ingesta restringida y la cantidad de calorías consumidas en los días de ayuno.

En su artículo además la periodista sostiene: "Aunque varios estudios recientes evaluaron los efectos del ayuno intermitente en las personas, ninguno de ellos es a largo plazo y la gran mayoría de los descubrimientos relacionados con las enfermedades provienen de investigaciones realizadas en animales de laboratorio. Por ejemplo, en un modelo animal de accidente cerebrovascular, los animales que fueron alimentados de manera intermitente sufrieron un daño cerebral menor debido a que tenían una capacidad mayor de resistir al estrés por la falta de oxígeno y energía".


¿Qué le sucede al cuerpo durante el ayuno?



Cuando uno está sin consumir ningún alimento (ni proteínas, ni glucosa, ni hidratos de carbono, ni grasas) empiezan a disminuir los niveles de insulina, lo cual favorece de alguna manera procesos orgánicos y metabólicos de detoxificación y reparación celular”, explica Ponce. Entonces al disminuir los niveles de azúcar (porque no se está consumiendo ningún alimento) “se genera a largo plazo mejor sensibilidad a la insulina, la autofagia y regeneración celular, lo cual previene el envejecimiento prematuro. Después de esas horas empieza a ponerse de manifiesto la oxidación de los ácidos grasos, empieza a quemarse más grasa y podría ser un factor para disminuir el tejido adiposo corporal, además, al facilitar ese reposo digestivo se produce menos inflamación intestinal y se promueve -después de las 16 horas- la expresión de algunos genes relacionados con la longevidad los cuales empiezan a expresarse más correctamente”.


Contras de la dieta del momento

Pero nada es la panacea ni el panorama ideal. Todo tiene sus pro y contras. Para la médica especialista en nutrición (MN 60.164) y presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) Mónica Katz, “el único beneficio inmediato y a corto plazo es la disminución del peso, ya que se ingieren menos calorías. Sin embargo, desde el punto de vista metabólico, el ayuno es una situación de estrés para el organismo. No es una situación metabólicamente adecuada para sostener más tiempo que el ayuno nocturno (es decir ocho o doce horas que son solicitadas, por ejemplo, para la extracción de sangre) si ya tenemos que estas 8 horas de ayuno nocturno estaríamos agregando el diurno, y los efectos. Hay que pensar que sobrellevar esto en el mediano y largo plazo, puede ser complicado, sobre todo desde el punto de vista del comportamiento, de las emociones, es decir del psiquismo”.


Recomendable ¿Sí o no?

“Es importante resaltar que una evaluación de todas las pruebas científicas que hay de la evidencia hecha por Nutrimedia -proyecto de investigación que analiza la veracidad de la comunicación en ciencia- mostró que no existen estudios que avalen o recomienden la práctica del ayuno esporádico o intermitente para mejorar la salud”, insistió Katz al mismo tiempo que deslizó: “si no tenemos evidencias de beneficios, salvo a corto plazo, el ayuno intermitente no deja de ser una dieta de moda más”.



Como toda dieta, el ayuno intermitente debe estar guiado por un profesional, y saber que "está contraindicado para pacientes que están en bajo peso, mujeres que estén amamantando o embarazadas, pacientes con trastornos alimentarios o diabéticos que requieren insulina. No es para todo el mundo; es simplemente una estrategia para inducir genes de longevidad, autofagia, reparación y biogénesis mitocondrial, que son procesos sumamente interesantes para prevenir enfermedades e inducir la longevidad", concluyó Ponce.

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