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Foto del escritorMundo Salud

Electrodomésticos: cunas de hongos y bacterias

Lejos de lo que normalmente pueda pensarse, estos aliados del hogar deben mantenerse en su limpieza diaria, ya que son los lugares ideales para la proliferación de gérmenes.



Aunque solemos olvidarnos de recambiar de manera asidua los elementos de limpieza (como rejillas y trapos) el más importante olvido suele recaer en la limpieza profunda y a conciencia de los electrodomésticos como el lavarropas, el lavavajillas, y la heladera para evitar la aparición de la más indeseada dupla: los hongos y las bacterias. Respecto a esto cabe preguntarse si cualquier producto de limpieza sirve para desinfectar cualquier área de la casa, y el valor que se le da a la limpieza profunda de los electrodomésticos.



​En Argentina, un estudio realizado en 2019 sobre hogares, de la consultora Opinaia, mostró que el 97% de los argentinos consultados considera la limpieza como algo "muy importante" o "bastante importante". Sin embargo, ni el lavarropas, ni la heladera ni el lavavajillas suelen ser tenidos en cuenta, como objetos que implican la presencia de humedad, y por ende, de la proliferación de gérmenes. Eliminarlos solo requiere pocas tareas y algún lavado periódico más fuerte. Todo esto se puede lograr con los productos de limpieza adecuados, siguiendo las instrucciones del fabricante o también con limpiadores caseros, pero siempre teniendo en cuenta que hay productos que nunca debemos mezclar.


Mitos

El lavarropas: es probable que el último electrodoméstico que se nos pasa por la cabeza si pensamos en una fuente de gérmenes (ya que frecuentemente se llena de agua. Pero en realidad, el detergente no limpia el tambor) sea el lavarropas, sin embargo puede llegar a serlo. Aumentar la dosis de jabón recomendada tampoco es solución y puede causar problemas dermatológicos. Lo más adecuado es mantenerlo limpio teniendo como hábito algunas tareas.



El dispensador de jabón: siempre está húmedo y tiene rincones perfectos para que se acumulen moho y gérmenes. Para limpiarlo, lo más fácil es extraer el cajoncito y sumergirlo cinco minutos en vinagre blanco. Si hace falta, frotar para eliminar restos de detergente (un cepillo de dientes es el instrumento perfecto), y antes de volver a poner el dispensador en su sitio, debemos secarlo bien.

La goma que traba la puerta: si se ennegrece, es señal de la presencia de moho, bacterias y gérmenes. Para mantenerla lo más desinfectada posible, solo hay que secarla con un paño después de cada lavado. Mantener la puerta abierta un rato después de sacar la ropa evitará que se concentre la humedad.


Para limpiar el interior basta con programar un lavado con el tambor vacío. Elegimos un programa de alta temperatura y llenamos el dispensador de vinagre blanco. Periódicamente también podemos aplicar un antical. Esto bastaría con hacerlo una vez cada dos o tres meses, o más seguido si notamos que el lavarropas empieza a oler mal.


El lavavajillas: Como ya funciona a temperaturas muy altas, el trabajo de mantenimiento que necesita es mucho menor. Aun así, nunca está de más tomar algunas precauciones y, sobre todo, evitar errores muy comunes a la hora de utilizarlo.

Aunque habitualmente tiramos los restos de comida a la basura antes de dejar el plato en la pila, es más importante hacerlo a conciencia antes de dejarlos en el lavavajillas. Estos restos pueden servir de alimento a las bacterias y, además, se acumulan en el filtro e impiden que nuestra vajilla quede del todo limpia.Por las dudas, podemos sacar el filtro cada dos semanas para limpiarlo con agua y jabón. Como en el caso del lavarropas, podemos frotar con un cepillo de dientes si lo vemos necesario.


Para mantener limpio el interior basta con ponerlo en marcha cuando esté vacío y utilizar el limpiador que consideremos más adecuado. Así desinfectaremos y evitaremos malos olores a la vez. El vapor que sale de la máquina cuando termina el lavado puede contener esporas de hongos y microorganismos. Por eso lo mejor es esperar un rato antes de abrirlo, o corrernos un poco para no respirarlo. Una vez que se abre, dejarlo así media hora para que la humedad no se estanque.

La heladera: Acá las bacterias están presentes de forma natural en los alimentos crudos. Pero la escarcha y una limpieza deficiente provocan que la comida se pudra más rápido.

Para reducir la escarcha, lo más sencillo es evitar abrir y cerrarla muy seguido, o mantener la puerta abierta más de lo necesario. Es recomendable limpiar su interior a fondo al menos cada tres meses. Si queremos hacerlo rápido, deberíamos programar esta limpieza para cuando haya pocos alimentos. Así, podremos vaciar los estantes y sacarlos.



Para limpiar las paredes internas, el bicarbonato de sodio funciona muy bien: solo hay que diluir dos o tres cucharadas en agua tibia y frotar. Después, enjuagamos con otro trapo. Tenemos que limpiar los estantes uno por uno. Es más fácil si son chicos, porque después de fregarlos los podemos enjuagar en la canilla. Si no, tendremos que recurrir de nuevo al trapo.

Tips fundamentales para darle guerra a las bacterias.

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