top of page
Foto del escritorMundo Salud

Hepatitis C: en la actualidad solo un bajo número de pacientes es diagnosticado en América Latina


Para saber si una persona es portadora del virus debe realizarse un análisis de sangre específico.


Si bien hay cinco cepas principales del virus (A, B, C, D y E), las hepatitis B y C son las más comunes. Según la OMS en el continente americano se producen anualmente 67.000 nuevas infecciones de la hepatitis C y 84.000 nuevas muertes.


Solo el 22% de las personas con hepatitis C crónica se diagnostica y de ellas el 18% recibe tratamiento antiviral, a pesar que el mismo es seguro y efectivo con una posibilidad de curación en el 95% de los casos. Lamentablemente el acceso al diagnóstico y el tratamiento en algunas zonas sigue siendo escaso por múltiples factores.


Desde el 2015, nuestro país incorporó nuevos antivirales que permitieron un descenso significativo de casos, que se acompañó de una menor tasa de indicación de trasplante hepático y disminución de la mortalidad global. Por otro lado, el personal de salud, activistas, estado e investigadores están trabajando con el fin de alcanzar los objetivos mundiales de eliminación de las hepatitis virales para 2030.


El período de incubación de la hepatitis C oscila entre 2 semanas y 6 meses, generando una inflamación del hígado y produciendo síntomas tanto de forma aguda (poco frecuente) como crónica con posibilidad de evolucionar a la cirrosis hepática y cáncer primario de hígado en la minoría de los casos. Tras la infección inicial, aproximadamente el 80% de las personas no presentan síntomas y los pacientes pueden permanecen años sin consultar ni ser detectados.


La sintomatología aguda puede incluir fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, color oscuro de la orina, color claro de las heces, dolor articular e ictericia (coloración amarillenta de la piel y el globo ocular).


Es un virus de transmisión sanguínea y la mayoría de las infecciones se producen por la exposición a la sangre a través de prácticas de inyección no seguras, atención sanitaria no segura, transfusiones de sangre no analizadas, uso de drogas inyectables y prácticas sexuales de riesgo sin protección que conducen a la exposición de la sangre.


Una vez diagnosticada se deberá evaluar la magnitud del daño hepático para orientar las decisiones terapéuticas y la conducta clínica, en la actualidad en general se usan estudios médicos no invasivos. En la actualidad, el acceso al tratamiento es provisto por el estado o las distintas coberturas médicas.


Un diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus a otras personas. Ante cualquier síntoma se recomienda visitar al médico de cabecera que indicará los análisis correspondientes, responderá dudas y guiará en los cuidados de la salud.


Asesoró: Dra. Paola Casciato (M.N. 97426). Médico de planta de la Sección de Hepatología y Trasplante Hepático y de la Unidad Interdisciplinaria de Tumores Hepáticos del Hospital Italiano de Buenos Aires.

Comments


bottom of page